Simbologías del Templo

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Qué significa el Templo Hindú

«El templo hindú, síntesis de lo cósmico y lo espiritual, ofrece una experiencia que trasciende el tiempo y el espacio. Es un espacio donde lo eterno se encuentra con lo humano, permitiendo que cada alma contemple el misterio del universo y el reflejo de lo divino en su interior.»

Espacio de Simbolismo

El templo hindú se erige como un microcosmos del universo y un portal hacia lo trascendente

Más que una obra arquitectónica, es una manifestación de principios cósmicos que resuenan desde los tiempos más remotos, vinculándose a concepciones arcaicas que evocan ecos de las civilizaciones sumerias y akadias. Este recinto delimita un lugar sagrado que simboliza el axis mundi, el eje primordial que une y separa simultáneamente cielo y tierra. Es el centro eterno, donde la unidad primordial se manifiesta y al que todo retorna, reflejando el ciclo infinito de creación y disolución.

El Eje del Mundo

Desde los antiguos himnos védicos hasta los relatos míticos de los Puranas, el universo nace de una separación primigenia: el cielo y la tierra divididos por un pilar cósmico colocado por Indra, el dios del trueno.

Este pilar, en su carácter misterioso, recuerda las representaciones de montañas sagradas en culturas antiguas, como los ziggurats de Mesopotamia, concebidos como puentes hacia lo divino. En la tradición hindú, este concepto alcanza su máxima expresión en el Monte Meru, la montaña cósmica que se eleva desde el corazón del mundo hasta las alturas celestiales. En su cúspide reside Brahma, el dios creador, rodeado por los reinos celestiales en un orden perfecto que refleja la armonía universal.

El Santuario

El núcleo del templo es el garbhagriha, el «útero del origen», un espacio oscuro y reducido donde lo divino se revela en su forma más pura y misteriosa.

Este santuario central, envuelto en penumbra, simboliza el principio luminoso oculto en el corazón del caos primordial. Sobre él se alza la sikhara, una torre que replica el Monte Meru, marcando el eje que conecta las esferas terrenales y celestiales. Cada elemento del templo sigue un diseño basado en reglas geométricas ancestrales que integran el cuadrado y el círculo, símbolos de la tierra y el cielo, reflejando así el orden cósmico.

El Mandala y el Purusha

La planta del templo se traza a partir del vastu-purusha-mandala, un diagrama ritual que encapsula el cosmos en su totalidad.

Este mandala, que rememora los antiguos esquemas de organización espacial de civilizaciones como la babilónica, representa al purusha, el ser primordial cuya desmembración dio origen al universo. La estructura del templo, basada en este acto mítico, transforma el espacio físico en un reflejo del orden cósmico, guiando al devoto en su propio viaje de introspección.

Función Espiritual

El templo hindú no es solo un recuerdo de la cosmogénesis, sino también un instrumento para la reintegración espiritual.

Refleja el movimiento desde la multiplicidad hacia la unidad, desde lo manifestado hacia lo no manifestado. En el acto de circunvalar el santuario central, conocido como pradakshina, el devoto revive el movimiento de los astros y participa en el ciclo eterno de creación y retorno, transformando su experiencia personal en un eco del cosmos.

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Ubicación Sagrada

Los emplazamientos de los templos hindúes son seleccionados con precisión ritual, siguiendo principios que combinan geomancia, astrología y mitología.

Muchos de ellos están vinculados a mitos arcaicos, como el desmembramiento de Sati, la consorte de Shiva, cuyas partes corporales cayeron sobre la tierra marcando lugares de poder sagrado. Estas tradiciones resuenan con concepciones similares en culturas antiguas, como los emplazamientos de templos en Mesopotamia o Egipto, donde la sacralidad del lugar determinaba su construcción.

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